viernes, 6 de noviembre de 2015

Lo que el viento se llevó

Capítulo 17. Cadena de dolor



Aunque había tocado el timbre numerosas veces y llamado a la puerta con fuertes golpes, Quatre no recibe respuesta alguna, tampoco es que creyera firmemente que había alguien ahí puesto que había tenido un mal presentimiento, pero no sabía qué hacer, a quien recurrir, los teléfonos sonaban pero nadie podía oírlos, ni contestarlos. De pronto un helado temblor le hizo caer de rodillas frente a la puerta de entrada, sentía un frío que nunca antes había sentido, sus lágrimas volvieron a caer, Trowa estaba mal, lo presentía, Trowa, a su Trowa algo le había sucedido y estaba seguro que no era bueno

Leia. ¿Quatre?

La voz de la tía del ojiverde se escucha frente a su espalda y Quatre voltea rápidamente hacia ella, la mujer sostenía una maleta en su mano derecha y al ver los ojos llorosos del rubio siente también un terrible escalofrío, aventando la maleta se acerca al chico y le coloca ambas manos sobre los hombros, mirándolo fijamente a los ojos

Leia. ¿Qué sucede? Dímelo

Quatre. No lo sé, sentía que algo no estaba bien, nadie contestó mis llamadas y no hay nadie en casa

Leia. Dios mío, espera

Rápidamente y con manos torpes la mujer saca su celular y marca al celular de Catherine, ambos se quedan esperando alguna respuesta, pero gracias al silencio logran oír una conocida canción que provenía desde el interior de la casa, con mirada de derrota Leia voltea a ver a Quatre y se aleja el celular de la oreja

Leia. Lo dejó aquí

Quatre. ¿Y ahora?

Aunque aún estaba bastante nervioso, debía reconocer que la presencia de la tía de su novio le tranquilizaba un poco, ella seguramente sabría qué hacer, y así era, volviéndole el brillo a los ojos, la mujer vuelve a marcar un número, ésta vez alguien le contesta del otro lado y eso devuelve la esperanza a su rostro. Quatre se da cuenta que la tía de Trowa había llamado al Hospital donde siempre se atendía a los miembros de esa familia, por segundos la mujer estaba callada, escuchando a la persona del otro lado, el rubio estaba intranquilo, se moría por saber que estaban diciéndole a la mujer. De pronto el rostro de ella le hace entender todo, más aún cuando Leia cierra los ojos unos instantes y después los abre llevándose la mano desocupada hacia la boca, después de agradecer cuelga el teléfono y dirige su mirada hacia Quatre unos instantes después

Leia. Esta allá, tuvo una especie de ataque

Quatre. Pero ¡¿Está bien?!

Leia. Está vivo, si a eso te refieres

Quatre. Trowa…

Armándose de valor, Quatre suspira profundo y después se pone de pie, voltea a ver a la mujer con mirada decidida

Quatre. Vamos a verle

Leia. Sí, vamos

Sin pensárselo mucho, los dos se apresuran a ir hacia el auto de Leia, Quatre deja el suyo frente a la casa y enseguida se marchan, la tía de Trowa intentaba irse despacio y tranquila, pero la situación se lo impedía, no se sacaba de la cabeza a su sobrino, a su mente llegaban miles de imágenes, de cuando él y Catherine eran apenas unos niños, imágenes del sepulcro de su hermana mayor, imágenes de cuando había jurado frente a la fría lápida de los padres de Trowa y Catherine que les cuidaría como si fueran también sus hijos, imágenes de su cuadro de familia feliz, los cuatro, sanos y salvos. El rubio estaba absorto en sus propios pensamientos, pero aun así alcanza a ver las lágrimas que bajan de los ojos de la mujer y empapan sus mejillas…

Aunque había ido a la escuela y se había ocupado en otras actividades, Heero no sacaba de sus pensamientos a Duo y lo mal que le había tratado en la mañana, pensaba en lo estúpido que era al pensar cosas tontas con respecto a Quatre y Trant, si era obvio que el rubio y su mejor amigo se amaban, que ese amor era tan grande que Quatre estaba dispuesto a estar al lado de Trowa hasta el día que muriera. De pronto recordó ese triste hecho, Trowa moriría, tarde o temprano la enfermedad que tenía iba a acabar con él, sintió una punzada en el pecho, como si ya lo estuviera enterrando, sintió terror de esos pensamientos, casi al grado de borrar por completo a Duo, de quien volvió a acordarse para disipar los pensamientos oscuros que tenía sobre su mejor amigo, o mejor dicho, su único amigo

Heero. Qué tontería ¿Por qué me siento inquieto? No debí tratar así a Duo, soy un idiota, un grandísimo idiota

El ojiazul acababa de abrir la puerta de su departamento, al cual acababa de llegar después de haber ido a la escuela. Después de cerrar la puerta dejó su mochila sobre una silla del comedor y se dirigió hacia el teléfono de la sala, marcó al departamento de Quatre pero nadie le contestó, le resultaba muy extraño, no tanto por el rubio, sino por Duo, de quien sabía no salía mucho y además no era día que le tocara presentar algún examen, nuevamente la sensación de inquietud le embarga. Decidido a no pensar estupideces cuelga y enseguida marca otro número, ésta vez era el del celular de Trowa, sabía que difícilmente Duo estaría con él, pero tenía la ligera sensación de que su amigo podía darle algún dato de interés, sin embargo tampoco el ojiverde le contesta, entonces se pone un poco nervioso, lo cual no era muy común en él porque la mayoría de las veces solía mantener la calma

Heero. ¡Demonios!

Enojado deja el teléfono en su base, golpeándolo al hacerlo, odiaba estar incomunicado, hace unos años le habría valido si nadie estaba a su alrededor, si nadie le llamaba o si no hablaba con nadie, pero ahora no, tenía personas que se preocupaban por él y por las cuales preocuparse. Aún a pesar de estar inquieto decide esperar, seguramente Duo le llamaría más tarde por teléfono y entonces él le pediría perdón, con ese pensamiento se deja caer pesadamente en el sillón y cierra sus ojos, sin darse cuenta se queda dormido…

Al llegar al Hospital donde tenían a Trowa, la tía de éste y el rubio llegan a la sala de espera donde estaban sentadas Catherine y Mariemaia, al ver llegar a su mamá, la niña se levanta rápido de la silla y corre hacia ella, abrazándola por la cintura y comenzando a llorar, Quatre al ver la escena busca la mirada de Catherine en busca de una explicación, la chica le sonríe débilmente antes de comenzar a derramar lágrimas, Quatre se acerca y la abraza

Leia. Ahora vuelvo

La mujer se aleja para acercarse al médico con quien había hablado media hora antes, después de unos momentos de conversación, la tía regresa, dirigiendo su mirada hacia Catherine, la chica también la mira

Leia. Podemos pasar dos, vamos hija

Catherine. No puedo

Leia. ¿Qué dices?

Catherine. No estoy preparada para verlo, siento que…

Sin terminar su frase la pelirroja suelta el llanto, ésta vez no se aferra al cuerpo de Quatre, solo se vuelve a sentar y agachándose cubre su rostro con ambas manos, Leia comprende a su sobrina y entonces voltea hacia el rubio

Leia. Es obvio que Mariemaia no puede, vamos

Quatre. Sí

A diferencia de la chica, el rubio se moría de ganas por ver a Trowa, de cerciorarse que estaba con bien, o por lo menos vivo como expresaba cruelmente la tía de su novio, por eso decidido la sigue. Después de un pasillo que les pareció más grande de lo que era, llegan a una habitación, la cual le habían dicho a la mujer que estaba su sobrino, respirando profundamente abre la puerta, frente a ella y frente a Quatre estaba una solitaria cama donde Trowa estaba acostado, una enfermera los ve llegar y deja unas cosas sobre la charola junto a la cama, se dirige a la puerta y después de sugerirles que no lo perturben se marcha, los visitantes cierran la puerta y después se acercan a la cama, el ojiverde miraba por la ventana, parecía como si ignorara que estaban ellos ahí, Quatre sonríe al ver que está bien

Leia. Trowa cariño

Trowa. ¡Váyanse!

En un tono que no era el suyo el ojiverde sorprende a sus visitas con aquella petición que parecía más bien una orden, Trowa no era alguien que perdiera así los estribos, mucho menos cuando no había una razón

Quatre. Pero amor…

Trowa. No te quiero ver, lárgate

Sintiendo que toda su sangre se va hasta sus pies, el rubio se lleva una mano al pecho, quedándose completamente mudo, hasta Leia estaba sorprendida, Trowa más que nadie protegía y cuidaba de Quatre como se cuida a lo más valioso del mundo, ahora le gritaba y no quería verlo

Quatre. Lo siento pero me quedo, voy a estar a tu lado, pase lo que pase porque te amo

Trowa. No, tu no quieres estar aquí… tu no quieres verme así

Quatre. Está claro que me duele pero yo…

Trowa. ¡¿Es esto lo que quieres?!

El ojiverde voltea por fin a verlos, girando su cabeza hacia ellos rápidamente, haciendo que su tía no evite sofocar un grito mientras las pupilas de Quatre se expanden gradualmente, Trowa tenía el ojo derecho sobresalido de su cavidad, no lograba parpadear, parecía como si estuviera paralizado, los vasos capilares resaltaban y su ojo parecía estar teñido de sangre, sus pupilas no miraban nada. Trowa sonríe amargamente

Trowa. ¿Es así como me amas?

Había olvidado la tontería de Trant, después de pensarlo tras recuperar la conciencia, se había dado cuenta que lo estaba interpretando mal, que era un tonto por dejarse cegar por los celos, Quatre no se lo merecía, mucho menos al verlo ahí frente a él, sobre todo cuando lo ve sonreírle conciliadoramente, mirándole con ternura, el rubio se acerca a él sin importarle nada y lo abraza, comenzando a llorar sobre su hombro

Quatre. Tonto, tonto, tonto, no digas cosas así. Yo te amo a pesar de todo

Trowa. Quatre… perdóname…

A pesar de siempre haber sido un hombre fuerte, Trowa no trata de inhibir sus lágrimas, quería llorar, compartir con el rubio el dolor, aun cuando solo uno de sus ojos es capaz de hacerlo. Leia mira con asombro la escena, antes estaba cegada por los prejuicios, detestaba que su único sobrino varón fuese homosexual, no soportaba la idea, pero nunca se había dado cuenta de la fortaleza que ese amor le daba, de la ternura que había en ese amor que sentían él y Quatre, y que a pesar de todo, el rubio jamás le daría la espalda, ese sí era un amor digno de orgullo, poco importaban las preferencias, ahora agradecía que su sobrino hubiese encontrado a alguien como Quatre…

Cuando abre sus ojos se sorprende al ver el reloj y darse cuenta que había dormido por casi tres horas, con calma se sienta sobre el sillón donde se había quedado dormido y se talla la cara con las manos, segundos después se levanta y se dirige al baño, después vuelve a tomar el teléfono y marca al departamento, nadie contestaba; vuelve a marcar a casa de Trowa y el mismo resultado aparece; preocupado baja el teléfono y lo mira

Heero. Esto no me agrada

Como último recurso marca el celular de Quatre, oyendo con pesadez el molesto mensaje de operadora que le dice que el celular se encuentra apagado o fuera de cobertura, enojado arroja el teléfono al sillón, agarra sus llaves y sale del departamento, estaba inquieto, miles de pensamientos rondaban su mente, no sabía a qué se debía pero presentía que algo no estaba bien, quizás con Duo o quizás con Trowa, quizás con Quatre, con algo, pero las cosas no estaban bien y él comenzaba a preocuparse cada vez más... Después de haber tomado el transporte público que lo lleva a casa de Trowa, el ojiazul se preocupa todavía más cuando ve aparcado el auto de Quatre y nadie abría la puerta. Aunque sabía que nadie abría, Heero continuaba tocando el timbre hasta que se cansa, sin saber que hacer se sienta en el escalón que separaba la banqueta de la entrada, necesitaba pensar que hacer. Momentos después oye unos pasos ligeros y levanta la cabeza, sintiéndose aliviado cuando ve a Catherine y a su prima llegar, enseguida se levanta y se acerca

Heero. ¿Qué ha pasado?

Al oír la pregunta la chica desvía la mirada, enseguida Heero lo entiende, sintiendo verdaderas todas sus sospechas, el chico coloca sus manos sobre los hombros de la muchacha y ella voltea a verle, aún con los ojos cristalinos

Catherine. Tuvo un ataque, fuerte ésta vez, él estaba...

Heero. Tranquila... ¿está en aquel Hospital de la otra vez?

Catherine. Sí

Heero. Voy hacia allá, cuídense

Dejando atrás a las chicas, Heero se va corriendo a la avenida más cercana para tomar un taxi, tiene suerte y pasa uno en pocos minutos, dando la indicación al chofer del lugar se dirige hacia allá, estaba preocupado por Trowa, pero por otra parte se sentía un poco aliviado, si Quatre no contestaba el teléfono era porque seguramente estaba en el Hospital, por lo tanto Duo estaría con él, eso explicaba por qué nadie contestaba en el departamento.

En la habitación del departamento de Wufei se encontraba Duo, acostado en la cama, ya con sus ropas, Wufei le había querido prestar algo ya que tenían una complexión parecida, pero el trenzado no había querido usar ropas del pelinegro, Duo estaba con el rostro escondido entre la almohada, no quería ver nada, a su alrededor, a Wufei, nada, ya no lloraba pero seguía triste, pensando en las cosas que ya no haría, en las personas que ya no vería. Wufei estaba al lado de la cama, sin hablar, había intentado que el chico comiera, pero eso tampoco había querido. Por otra parte estaba Traize, mirando por la ventana de ese cuarto, temía que Duo se escapara, por eso estaba ahí

Wufei. Es tarde Duo, tienes que comer

Como si no le oyera, Duo permanece igual, sin contestarle, Wufei agacha la mirada, se sentía culpable, jamás había sido testigo de la crueldad del hombre al que amaba, no era normal, lo sabía, Traize necesitaba ayuda y él lo había ayudado, pero de la manera equivocada, condenando a un inocente a un tormento que no se merecía, Duo era un chico dulce, compasivo, y él, un ser cruel y egoísta que lo había arrastrado a un sufrimiento del que Duo ya solo quería olvidar, no revivir. Tal vez Traize era agresivo, pero no hubiera podido atrapar a Duo si él no le hubiera dicho que estaba en esa ciudad, por eso él era peor que Traize. La culpa le llena nuevamente, su cuerpo temblaba y sus lágrimas nuevamente veían la luz

Traize. Déjalo, es un idiota, siempre fue así

Los ojos azules miraban con desdén a Duo, Wufei se gira hacia quien fue antes su amante y le mira duramente, después se levanta de la silla y sale del cuarto, Traize le mira salir y después mira a Duo nuevamente

Traize. Mira idiota, si sales por la ventana te juro que te arrepentirás

Nuevamente Duo no contesta nada, se queda en silencio, el trenzado oye que su esposo sale y levanta un poco la cabeza, mira por la ventana y el árbol frente a ella le da una idea de la altura, debían estar en un tercer piso, no estaba alto y el árbol era de ayuda, siente un rayo de esperanza, cuando Traize tuviera un descuido entonces escaparía. Cuando Traize lo había llevado no había puesto atención en cuantos pisos habían subido... Wufei estaba en la cocina, guardando en el refrigerador la comida que estaba en la estufa, ahora ya fría, Traize se acerca a él, mirándolo fijamente, el pelinegro lo había oído llegar pero no quería voltear a verlo

Traize. ¿Ahora me ignoras?

Wufei. Soy un idiota

Traize. ¿De qué hablas?

Por fin el ojinegro voltea hacia Traize, dirigiéndole una mirada casi de odio, una mirada de desilusión

Wufei. Por ayudarte en algo tan perverso, no puedo creer que lo violaste, y está golpeado ¿Qué te sucede?

Traize. Es mi esposo

Wufei. ¿Y por eso le haces esto? No creí que fueras tan...

Enojado Traize se acerca a él antes de que continúe, sujetándole el cuello sutilmente con su mano izquierda, Wufei le mira asombrado, los ojos azules le miraban con el odio que jamás le había mostrado a él

Traize. ¿Tan qué? ¿Tan malo? ¿También crees que soy malo? ¡Contesta!

Wufei. Basta, me haces daño

Sin darse cuenta, Traize apretaba el cuello de Wufei, al oírlo hablar afloja un poco su mano, sin dejar de mirarlo duramente, los ojos negros se apartan de los azules, Wufei sube sus manos hasta el brazo de Traize y después vuelve a mirarlo

Wufei. Hagamos un cambio

Traize. ¿De qué me estás hablando?

Wufei. Ya no lo maltrates, hazme lo que quieras a mí

Sorprendido por aquella propuesta, Traize intenta soltar el cuello de Wufei, pero las manos de éste en su brazo se lo impiden, las lágrimas aún seguían reflejadas en sus ojos, Traize siente como si le golpearan el estómago, no podía hacerle eso a Wufei, no a él. Después de mirarlo un rato, con su mano desocupada le sujeta la cintura sin que Wufei lo suelte a él del brazo

Traize. No digas tonterías

Wufei. ¿Por qué lo haces Traize? ¿Por qué? ¿Es porque a él lo amas? ¿Solo te produce placer golpearlo a él?

Traize. Cállate, no me produce placer

Wufei. ¿Entonces por qué lo haces?

Traize. Porque él es mío

La respuesta de Traize deja sin palabras a Wufei, el chico hubiera esperado más que Traize le dijera que amaba a Duo, quizás que lo odiaba, pero no imaginaba que para Traize, Duo era más una propiedad que una persona, nuevamente se siente miserable por haber llevado al trenzado a la cueva del oso

Wufei. Ya veo, entonces no lo amas

Dentro de toda su culpa y tristeza, la parte retorcida de él le hace sentir felicidad al saber eso. Sus manos se aflojan del brazo de Traize y desvía su mirada, el ojiazul también le suelta del cuello, sujetando aún su cintura

Wufei. Entonces tú...

Traize. ¡Yo no amo a nadie!

Con el mismo desdén de antes, Traize suelta a Wufei, aventándolo ligeramente, el pelinegro lo mira desconcertado, Traize le da la espalda

Traize. Con tu ayuda o sin ella ¿me oíste? Me llevaré a Duo ésta semana

Sin decir nada Traize avanza nuevamente hacia la habitación, el trenzado no había escuchado completa la conversación, solo había oído cuando hablaban en tono alto. Wufei en la cocina se queda pensativo, Traize tampoco lo amaba a él, eso le hacía sentir triste. Ahora se daba cuenta de la clase de persona que era el hombre que amaba...

Al llegar al Hospital, de prisa Heero había preguntado por la habitación de Trowa, encontrando respuesta inmediata, caminando rápido pero sin correr llega hasta el lugar indicado, sentada ve a la tía de su amigo, ella lo mira y se levanta, al llegar Heero ahí pregunta enseguida por su amigo, Leia tarda un poco en contestarle

Leia. Está estable pero sufrió un fuerte ataque y perdió las funciones de un ojo

Heero. Entiendo

Leia. Heero hijo, hay algo que no le quise contar a Quatre

Heero. ¿Qué pasa?

Preocupado Heero mira intensamente a la mujer, ella calla unos momentos antes de contestarle, sentándose antes de hacerlo e indicándole a Heero que también se siente, el ojiazul así lo hace sin dejar de mirarla, Leia suspira y luego nuevamente lo mira a los ojos

Leia. El doctor me dijo que al inicio de la enfermedad ésta avanzaba lenta. Pero en tan solo unos días se ha ido degenerando a una velocidad muy grande... él no cree que Trowa viva mucho, quizás días. Heero, él quizás pierda sus demás funciones de igual forma que su ojo

Antes de que Heero tuviera una reacción apropiada, Leia gira un poco su cabeza y comienza a llorar, dándole el tiempo necesario al chico para que asimile lo que acababa de oír, las pupilas de sus ojos estaban extrañamente dilatadas y su mirada fija al vacío, los sollozos de la mujer le llegaban a los oídos como si fueran emitidos a la gran distancia, sin pensar nada se levanta enseguida del asiento, dándole la espalda a Leia, instintivamente se pasa una mano por el cabello, intentaba pensar en algo concreto, pero las ideas se arremolinaban en su mente como un huracán, no tenían forma, y él sentía que se le acababa el aire

Heero. Trowa…

Logró susurrar tras unos minutos, después se giró hacia la mujer y acercándose a ella se agachó, colocándole las manos sobre los hombros, Leia le miró fijamente con los ojos bañados en lágrimas

Heero. ¿En qué cuarto está?

Leia. 52, Quatre está con él

Sin decir nada más, ni siquiera las gracias, Heero se va enseguida hacia donde se encontraba su amigo, rumbo a la habitación sentía que la boca se le secaba cada vez más, saber que su amigo moriría no era noticia, pero el hecho de que el doctor no tuviera esperanzas de que sobreviviera no más de un par de días le resultaba desconsolador, increíble, no quería aceptar que en unos días su mundo seguiría su rumbo sin Trowa… 

Al abrir la puerta se encuentra con el rubio, cuya cabeza estaba apoyada sobre la cama, justo al lado de la mano derecha de su novio, quien estaba dormido, Quatre levanta la cabeza cuando escucha que la puerta se abre, levanta su cabeza y después de sonreír se seca algunas lágrimas, se levanta de la silla y se acerca a Heero, el ojiazul no apartaba su vista del durmiente cuerpo de su amigo, ni siquiera reparaba en el hecho de que Quatre se había levantado y dirigido a él, Heero reacciona cuando el rubio está bastante cerca de él

Quatre. No hace mucho que se quedó dormido, los dejo solos

Heero. Sí

En silencio el rubio se aleja de Heero y después sale de la habitación, pasados unos momentos Heero camina hacia la cama y se queda de pie al lado de la misma

Heero. Trowa…

Estirando su mano hacia la cama, logra tomar la mano de su amigo contra la suya, sin darse cuenta que la estaba apretando más de lo requerido, sin soltarlo se hinca a su lado, mirándolo fijamente, cientos de recuerdos acudían a él, la mayoría entre los mejores de su memoria, por primera vez un inquietante escalofrío le inundó el ser, pero era incapaz de llorar, aun cuando todo su cuerpo se estremecía al sentir la fría mano de Trowa, incluso porque le veía su ojo, abierto, inerte

Heero. Perdóname…

Bajando lentamente logra apoyar su frente contra la mano que apretaba, cuyos dedos bajo los suyos mostraban un signo de movilidad, a pesar de sentirse apenado por aquello, no levanta su cabeza y permanece en esa posición por un tiempo…

Después de unos minutos Heero regresa a donde se encontraba Leia, ahora Quatre con ella, el rubio solo voltea al ver al amigo de su novio

Quatre. ¿Todo bien?

Heero. Sí

Leia. Chicos, voy con él

Quatre. Sí

Transcurridos unos momentos de escalofriante silencio, Heero se da cuenta de que algo no estaba del todo bien, entonces se acuerda que no ha visto a Duo ahí, así que voltea hacia Quatre, quien enseguida le responde la acción

Quatre. ¿Qué sucede?

Heero. ¿Dónde está Duo?

Quatre. ¿De qué hablas? Contigo ¿no?

Heero. No

Quatre. ¿Bromeas?

Reaccionando enseguida el rubio se pone de pie sin dejar de mirar a Heero

Quatre. No me digas que no fue a tu departamento en la mañana ¿o sí?

Heero. Si fue pero… bueno, discutimos, él se fue

Quatre. Al departamento no volvió Heero, antes incluso de la comida me salí de casa, déjame llamar

Sin querer parecer nervioso Quatre saca su teléfono celular y marca al departamento, después de dos timbres el auricular es descolgado, pero no era Duo quien lo había hecho, sino Trant

Trant. ¿Eres tú Quatre?

Quatre. Trant ¿Duo está contigo?

Enseguida Heero pone mirada de alerta, observando detenidamente a Quatre

Trant. No, no regresó, yo me quedé aquí para saber qué había sucedido

Quatre. Trowa tuvo un ataque, después te cuento, adiós

Sin esperar respuesta colgó el teléfono y volteó hacia Heero, el cual lo observaba duramente, como si estuviera dispuesto a recriminarle

Quatre. No regresó, Trant no se ha movido del departamento

Heero. ¿Dónde estará?

Quatre. Me confié, creí que seguía contigo, y con todo esto no me acordé ni de avisarles

Heero. Algo le pasó

Quatre. No pienses eso ¿estará afuera de tu departamento esperándote?

Heero. Lo dudo, discutimos por una estupidez, prácticamente lo corrí

Ahora era el rubio quien miraba a Heero con gesto de reproche, pero al ver la mirada de culpa y preocupación en Heero se olvida de hacerle cualquier reprimenda

Quatre. Escucha, esperemos una hora, después volvemos a hablar ¿te parece? Seguramente fue a caminar a algún sitio

Heero. Sí, tienes razón

Aunque los dos trataban de mostrarse positivos, tanto Quatre como Heero tenían un mal presentimiento, sobre todo porque ambos sabían que Traize estaba al acecho, y de que era cuestión de días para que ese hombre estuviera en la ciudad… Después de una espera de diez minutos, una llamada al celular de Quatre lo cambia todo, tras unas breves palabras el rubio cuelga, su rostro estaba casi pálido, Heero se da cuenta y alarmante se acerca a él, Quatre apenas si le mira y después se desploma sobre un asiento, ahora más preocupado Heero le mira fijamente

Quatre. Era Trant… Noin llamó y dijo que Duo tenía cita con ella… pero nunca llegó

La mirada de Quatre estaba casi perdida y a duras penas tragó saliva, Heero sintió como si el corazón se le paraba, apenas si logró ahogar un jadeo

Heero. No, no, él… Duo ¿le pasó algo malo?

Quatre. Quizás…

Heero. ¡No!

Quatre. Heero tranquilízate

Heero. Algo le sucedió, estoy seguro

Quatre. Pero…

Heero. Y fue por mi culpa

Desconcertado y con la misma mirada perdida de hace media hora, Heero se sienta a dos asientos de distancia de Quatre, pensando, mil y una desgracias le venían a la mente y cada vez que pensaba en una, más culpable se sentía, Quatre no sabía que decir, igual estaba preocupado, pero intentaba buscar razones más lógicas antes de creer que Duo había sufrido un accidente o que quizás ya se encontraba en la garras de Traize

Heero. Iré a buscarlo

Quatre. ¿A dónde?

Antes de siquiera voltear a verlo, el rubio miró a Heero salir de prisa de la sala donde se encontraban, Quatre se lleva una mano al pecho y suspira profundo

Quatre. Dios, que Duo esté bien

Al salir del Hospital Heero corría sin rumbo por la calle donde estaba el frente del edificio, no sabía por dónde comenzar, pero si sabía que no iba a descansar hasta que Duo estuviera en sus brazos nuevamente, estaba por perder a un amigo, y no estaba dispuesto a perder al amor de su vida, sobre todo porque había sido por su culpa que el trenzado había tenido que vagar por las calles…

Wufei se encontraba al lado de la cama donde Duo estaba acostado, la regadera del baño se escuchaba abierta, Traize tomaba un baño mientras él permanecía con la cabeza agachada, pensando en soluciones para la situación, pero ninguna parecía convencerle, si llamaba a Heero y le contaba seguramente él llegaría con algunos policías y se llevarían a Traize por secuestro, si dejaba escapar a Duo entonces Traize sabría que había sido su culpa y seguramente iba a odiarlo, lo único viable es que él decidiera apoyar a Traize y así por lo menos el hombre no le haría daño al trenzado frente a él

Wufei. ¿Estás dormido?... yo sé que no… Duo, por favor come algo, no quiero que…

Duo. ¡Ya cállate!

El trenzado solo había levantado la cabeza de la almohada para gritarle a Wufei, el chico se queda callado después de eso hasta que sale Traize del baño, él entra a la recámara y después de mirar con desprecio a Duo se acerca a su maleta y saca ropa para vestirse, haciéndolo ahí naturalmente, después se acerca a Wufei y lo mira tratando de aparentar indiferencia

Traize. ¿Me dejas hablar con él?

Wufei. No lo lastimes

Traize. Descuida

Sin decir nada más el pelinegro sale de la habitación y Traize cierra la puerta, colocándole el seguro después, se acerca a la cama y sin decir nada sujeta los cabellos de Duo, lo jala con fuerza para levantarle la cabeza, los ojos violetas lo miran con desprecio

Traize. Nos vamos de regreso a casa, arreglo unas cosas con Marshall y ya

Duo. No quiero ir

Traize. No es que quieras mi amor, te vas conmigo porque eres mi esposo

Duo. Antes muerto que irme contigo

Traize. Ya veremos

Enojado por el atrevimiento de su esposo, Traize empuja la cabeza de Duo con igual fuerza y la hunde entre la almohada, apoyándose como si quisiera ahogarlo, la reacción del trenzado es de defensa, intentando levantarse, moviéndose con agresividad, pero Traize aplicaba más fuerza, como si estuviera fuera de sí, mientras que Duo cada vez se desesperaba más, sentía que iba a morir, pero no podía hacer nada, Traize reacciona y lo suelta, rápidamente Duo levanta su cuerpo de la cintura para arriba, con los ojos ampliamente abiertos y comienza a jalar aire, asustado y temblando gira un poco su cabeza hacia Traize, observando como éste se había levantado de la cama, le vio pasarse una mano por el cabello, y a pesar de que le daba la espalda, le dio la impresión de que su aún esposo estaba igual de desconcertado que él…

Aunque llevaba varios minutos corriendo, Heero sabía perfectamente que no tenía rumbo ni destino, aunque su objetivo era encontrar a Duo, aún a sabiendas de que hacerlo de esa manera era casi imposible, no podía acudir aún a la policía porque sabía que no le iban a hacer caso puesto que no tenía mucho de desaparecido… cuando se cansa de los pies el ojiazul se detiene apoyándose en un poste, respirando con dificultad, después de tomar un poco de aire levanta la cabeza y mira hacia el cielo, empuñando con fuerza las manos

Heero. ¡Duooooooo!

En su mirada se reflejaba la preocupación, se sentía angustiado, por su culpa Duo no estaba ahí con él, y seguramente algo le había sucedido, todo porque él no era más que un imbécil, porque no sabía controlar su carácter debido a su falta de convivencia social, le costaba bastante relacionarse y por eso solía comportarse como idiota, ahora por esa estupidez seguramente perdería a Duo, aunque no podía concederse esa clase de pensamiento no lograba pensar en otra cosa…

Más tarde, Quatre entra de nuevo en la habitación, Trowa estaba despierto, miraba por la ventana, al oírle entrar no volteó a verlo, aunque su expresión había cambiado levemente al saber al rubio cerca, Quatre se sienta en la silla junto a la cama e intenta sujetar la mano de su novio, pero él la quita antes, subiéndola a su abdomen

Trowa. Vete a casa a descansar

Quatre. No, quiero estar contigo

Trowa. Por favor…

Quatre. Yo sé que te has de sentir…

Trowa. No sabes nada de cómo me siento

Al oír las duras palabras del ojiverde, Quatre se sorprende y a la vez entristece, bajando enseguida la mirada, después un silencio horrible les invade

Trowa. Perdóname Quatre, no te mereces que te trate así, yo te amo y…

Quatre. Lo sé, también te amo, por eso te comprendo, aunque no sepa qué piensas, pero sé cómo te sientes

Enseguida la pálida mano de Quatre sujeta la de Trowa sobre su abdomen y se la coloca en el pecho, sobre el corazón, el ojiverde nota la agitación y voltea a verle por primera vez, encontrando en el rostro de su novio algunas lágrimas y una mirada entristecida

Quatre. Siento… tristeza… coraje y miedo… demasiado miedo

Las lágrimas del rubio caen más rápidamente que antes, Trowa abre su ojo ampliamente, sorprendido de aquella descripción, era exactamente lo que sentía, sentía tristeza, sentía coraje, pero sobre todo sentía miedo, todo su ser temblaba ante la idea de la muerte, aunque había querido convencerse de que podía tomárselo con resignación, incluso como una mala broma de la vida, pero no podía engañarse así mismo, ni siquiera para hacerle menos terrible su sufrimiento a Quatre

Trowa. No me quiero morir

Quatre lo mira fijamente, asiente un par de veces y cerrando sus ojos aprieta con fuerza la mano de su novio, ahora con sus dos manos, Trowa levanta su otra mano y acaricia la cabeza del rubio

Trowa. No llores mi amor… por favor

Sin responder el rubio continúa llorando, ya no podía más, sentía que él también moriría en cualquier momento, quería morir igual que su novio, no quería abandonarlo, tampoco quería estar solo, aunque tenía a Duo a su lado, sin Trowa sentía que se iba toda su vida y ya nada le importaba, ese era su verdadero sentimiento…

Las horas pasan sin que Heero se dé cuenta, continuaba en la calle, sentado con la espalda contra el poste en el que se había detenido después de correr, sus ojos estaban como perdidos, incluso tenía la nariz roja y no le tomaba importancia, se veía débil, la gente pasaba por ahí y le miraba curiosa, pero Heero no les ponía atención. Minutos después un policía vial se acerca a él, moviéndolo ligeramente, el ojiazul voltea a verle

Policía. ¿Se encuentra bien?

Heero. No…

Policía. ¿Le puedo ayudar en algo?

Después de algunos segundos en que Heero permanece inmóvil, por fin reacciona, poniéndose rápidamente de pie, sujetando los hombros del policía con ambas manos, éste al principio se sorprende pero después intenta tranquilizar al ojiazul

Heero. Perdido… hay alguien perdido

El hombre enarca una ceja, dudando por unos momentos del estado mental de Heero, pero al ver las pupilas despiertas del muchacho se lo toma en serio

Policía. No me corresponde a mí, pero acompáñame y te llevo a donde te pueden ayudar

Sin decir nada, Heero solo afirma con un gesto y ambos se encaminan hasta la jefatura de policía más cercana, después el hombre se va deseándole suerte, Heero entra rápidamente al tiempo que saca una foto de Duo de su cartera, dirigiéndose al primer hombre que ve en su camino, anteponiendo la foto a su rostro

Heero. Desde ayer en la mañana no aparece

Aquel hombre mira a otro cerca de él al oír al ojiazul y asiente, entonces pasan a Heero y lo sientan frente a un escritorio para que cuente que pasó, después que el ojiazul lo diga todo nuevamente comparten miradas los dos hombres y el primero a quien Heero se dirigió lo mira fijamente, entrelazando sus manos

Policía. ¿Tiene idea de donde podría estar?

Heero. Ninguna

Policía. Le seré sincero, como me cuenta que discutieron es probable que él se esté escondiendo de usted y aún es poco tiempo para que se le declare desaparecido, necesita esperar unas horas más

Aquella respuesta hace enojar a Heero que enseguida se levanta de la silla, mirando con molestia al hombre que estaba a su frente

Heero. ¡Usted…!

Policía. Cálmese… entiendo que esté desesperado, pero no se puede levantar el acta, va contra el reglamento

Heero. ¡Ineptos!

Más enojado aún Heero se da media vuelta para marcharse pero la voz del policía lo detiene

Policía. Puede irse a otra delegación e intentar levantar el acta, pero se la negarán, si miente y dice que se perdió antes ensuciará las pistas, usted decide si quiere que aparezca o no

Heero duda unos instantes, con la espalda frente al rostro del hombre que le hablaba, con enojo después de unos momentos empuña sus manos y poco a poco se gira hacia el policía, avanza hacia él y extiende la fotografía, el policía la agarra, dejándola sobre el escritorio

Policía. Venga mañana a levantar el acta, nos quedamos con la foto en tanto no se levante el oficio real

Heero. Gracias

Cabizbajo Heero sale por fin de la delegación, comenzando a caminar rumbo al Hospital donde estaba su amigo, si se comportaba infantilmente no sería de ayuda en encontrar a Duo, y él ya no quería sentirse más culpable de lo que se sentía…

Igual que el día anterior el trenzado estaba acostado sobre la cama, con el rostro hundido entre la almohada, Wufei también estaba igual que antes, sentado junto a la cama, ahora con la charola del desayuno, pero Duo no quería nada de comida, mientras tanto Traize estaba en la sala, tomando café y leyendo el periódico. Ante la total calma de la escena, el teléfono suena fuertemente, Wufei enseguida se levanta para cogerlo y contestar

Wufei. Diga

Marshall. No has llegado aún Wufei

Wufei. Lo siento, se me presentó un…

Marshall. No me importa, ven a trabajar o te despido

Wufei. Está bien, voy para allá

El chino cuelga el teléfono y se pone de pie, dejando la charola con el desayuno sobre la silla donde antes estaba sentado

Wufei. Voy a trabajar, por favor come algo

El trenzado no responde nada, aunque por dentro se sentía nervioso, aunque no lo quería aceptar, con el pelinegro ahí tenía cierta certeza de que Traize no le haría nada, porque Wufei estaba sirviendo de mediador y eso era un pequeño alivio. Wufei mira al trenzado unos instantes y después sale de la habitación, Traize le miraba fijamente

Traize. ¿Sales?

Wufei. Llamó Marshall

Traize. Ese imbécil

Wufei. Vuelvo más tarde… Traize por favor…

Traize. Lo sé, que no le haga nada al idiota

Wufei. Sí, por favor, te lo suplico

Traize. Vete ya

Mostrándose triste el pelinegro baja la mirada unos instantes antes de darse media vuelta, Traize lo mira también unos momentos

Traize. Wufei…

El ojinegro voltea hacia Traize lentamente y ambos se miran a los ojos

Traize. Nada

Fingiendo indiferencia le da la espalda y se aleja, a Wufei le tiemblan los labios unos momentos, como si quisiera decir algo, pero se arrepiente y sale enseguida del departamento. Duo oye el ruido de la puerta cerrarse y sus manos comienzan a temblar, después oye los pasos de su esposo acercarse a la habitación y siente un dolor en el estómago, luego cuando confirma por el ruido que Traize ha entrado a la habitación le tiembla el cuerpo por completo

Traize. ¿Por qué me odias?

Aquella pregunta le suena tan ridícula a Duo que casi estuvo a punto de reír, su esposo era un cínico, pues era él quien mostraba cada vez más desprecio hacia él. Sin levantar mucho la cabeza de la almohada el trenzado responde

Duo. Yo no te odio Traize

Traize. Mentira, eres un maldito traidor… me abandonaste y corriste a los brazos del primero que se te cruzó, nunca te lo voy a perdonar

Con enojo Duo aprieta con fuerza sus puños en las sábanas, las palabras de Traize eran por demás ridículas, pero sabía que si se las decía así entonces él se pondría violento, por eso Duo se queda callado, sintiendo como el cuerpo de Traize cerca del suyo se sienta en la cama, después siente con asco como con sus manos le comienzan a acariciar la espalda por encima de la camisa maltratada, después el aliento de Traize cerca de su oído

Traize. Demuéstramelo

Sin esperar respuesta lame la oreja del trenzado mientras sus manos bajan a las caderas, tomándolas suavemente, besando después los hombros, haciendo que Duo sienta cada vez más asco

Duo. No por favor

Suplica Duo cuando siente esas mismas manos rozar su piel de la espalda por debajo de la ropa, temblaba nuevamente, no quería que Traize lo poseyera, no más, ya no quería ser usado de esa manera por alguien que obviamente estaba trastornado

Traize. Cállate… no te opongas o será peor

Duo. Traize por favor… no me hagas esto

Aún a pesar de las palabras de súplica de Duo, Traize continúa tocándolo, levantando cada vez más la tela de la camisa, la voz del trenzado sonaba entrecortada, aún temblaba. Con un fuerte movimiento Traize hace que el trenzado quede frente a él, observando los hermosos ojos violetas húmedos, se agacha sin expresión en el rostro y comienza a lamerle los pezones, haciendo que Duo se estremezca con horror, quería resistirse, pero no quería ser golpeado, no quería más violencia, su cuerpo estaba entumecido de golpes, entonces cierra con fuerza los ojos, intentando pensar en cosas más agradables, viniéndole a la mente aquel primer beso que se había dado con Heero, la experiencia cuando éste le había grabado sobre un lienzo, su voz diciéndole Te Amo, las caricias, los abrazos… 

Aquella vez en que estuvieron a punto de hacer el amor, recordaba la verdadera sensación de sentirse excitado, la dulzura de los besos sin lujuria, los toques de unas manos deseadas, el verdadero sentimiento de querer sentirse tocado y amado

Duo. ¡Detente!

Cuando Traize estaba por desabrocharle los pantalones después de dejar un rastro de saliva desde el pezón derecho del trenzado hacia el ombligo, se detiene al oír aquel grito, levanta la mirada y ve a Duo levemente inclinado hacia delante, apretando con fuerza las sábanas, sus miradas se cruzan y entonces de los ojos violetas humedecidos comienzan a brotar lágrimas que caen por las mejillas, Traize mira aquellos ojos y siente una fuerte sacudida, quedándose en shock por unos momentos, recordándose a sí mismo hace algunos años, con el cuerpo desnudo y maltratado, observando como succionaban con violencia su miembro mientras gritaba por un poco de compasión, recordando el asco, la humillación

Traize. No sigas…

Susurra levemente, Duo frunce el entrecejo unos segundos, los labios le temblaban y sentía pena por ver aquella mirada azul tan llena de miedo y horror

Traize. Para ya… me duele

Como si estuviera en otro lugar, Traize se levanta de la cama, llevándose las manos hacia el cabello, después hacía los brazos, Duo lo mira asustado, Traize parecía loco, perdido

Duo. ¿Traize?

Enseguida Traize voltea hacia Duo, infringiéndole más miedo del que sentía antes

Duo. ¿Estás bien?

Traize. Tú…

Duo. ¿Yo? No… Traize

Traize. ¡Tú tienes la culpa!

Completamente furioso Traize se acerca a Duo y le da una bofetada tan fuerte que a Duo se le manchan los dientes de sangre, asustado el trenzado le mira, Traize estaba hecho una furia y él no sabía por qué

Duo. Traize ¿Qué te sucede?

Antes de que Duo pueda ponerse en alerta, Traize se sube a la cama y se le encima, privándolo de la movilidad de las piernas, soltándole una bofetada menos intensa que la primera, el trenzado lo mira asustado

Duo. Soy Duo ¿recuerdas? No te estoy haciendo daño

Traize. Sé que eres Duo… y ya recordé… tú tienes la culpa

Miles de imágenes confusas pasan ante la mente de Traize, recuerdos que habían estado escondidos en lo más profundo de su cabeza, enterrados ante el horror que le representaban, y ahora sabía porque detestaba tanto al chico frente a él. Algunos recuerdos en especial le hacen ver el horror de su realidad

- Recuerdos -

Caminaba como siempre de regreso a su casa, antes de llegar y entrar encuentra la puerta abierta, escuchando algunas voces decide no entrar, entonces ve desde el umbral a su padre hablando con un hombre a quien nunca ha visto y que su padre se refiere como señor Maxwell, ambos se escuchan charlando normalmente, entonces se acerca más para oír

Maxwell. Sabes muy bien que yo estoy al tanto de tus problemas

Kushrenada. Me alegra que lo tomes tan bien

Maxwell. El pasado es el pasado, debemos ver por los intereses de ahora y por nuestras familias

Ve como ambos hombres chocan sus vasos después de reír

Maxwell. Al principio le costó entenderlo a mi mujer, pero es obvio que no sabe de negocios, además Duo es pequeño y no sabe lo que es mejor para él

Kushrenada. Y Traize no es muy listo como para captar

Recordaba el coraje que había sentido, él no era ningún tonto y su padre sin embargo sí era un completo idiota, diciéndole siempre lo que tenía que hacer, poniéndole al frente siempre lo que tenía que hacer, era molesto

Maxwell. Bien, supongo que me retiro, los detalles los veremos después, el viaje ha sido muy largo

Kushrenada. Te acompaño

Enseguida quiso huir para que no lo descubrieran husmeando, pero fue tarde y cuando dio algunos pasos su padre y aquel hombre salieron de la casa, enseguida vio la expresión de indignación de su padre, después una bofetada por parte de éste

Kushrenada. Cretino, solo eso sabes hacer

Maxwell. Calma, es solo un niño, seguro no lo hizo con la intención

Kushrenada. Agradece inútil, el señor Maxwell es un caballero

Traize. Lo lamento

Kushrenada. Pídele perdón formalmente

Maxwell. No es necesario

Kushrenada. Debe educarse y aprender modales, además seremos algún día familia

Recordaba el desconcierto, la mirada que le había dirigido a su altanero padre

Kushrenada. No pongas esa cara, tú y Duo van a casarse, éste señor es su padre

Traize. ¡No! Duo es un niño, a mí me gustan las niñas

Kushrenada. ¡Insolente!

Antes de que el padre de Traize le pegara de nuevo, el padre de Duo estira su mano y se interpone, el otro hombre le mira y tose discretamente

Kushrenada. Lo siento, es verdad. Entonces si será necesario que acompañes al señor hasta su casa, debes ser educado

Traize. No quiero

Kushrenada. ¡Es una orden! Le llevarás el equipaje, no quiero rebeldía

Traize. Entiendo

Después de despedirse ambos hombres, Traize agarra las dos maletas del señor Maxwell que estaban cerca de la puerta y las lleva, había veinte minutos de camino a pie entre ambas casas, Traize estaba enojado, lo recordaba, porque su padre lograba colmarle la paciencia, era mezquino y ruin, él lo odiaba. Al llegar a la casa, el padre de Duo abre, pero al entrar y gritar el nombre de su esposa nadie sale, solo una sirvienta que le da la bienvenida

Maxwell. Pasa, te ofrezco agua

El señor pide agua para Traize y otro sirviente se lleva las maletas, Traize bebe el agua e intenta irse, pero el padre de Duo le coloca una mano sobre el hombro y él voltea

Maxwell. Duo no tarda, espéralo

Traize. Tengo tarea

Maxwell. No creo que tarde, anda, siéntate

A regañadientes Traize se sienta, mirando hacia el jardín de la casa, entonces siente que alguien se sienta a su lado, el señor Maxwell le mira y él también

Maxwell. Allá más lejos se ve la montaña ¿linda no?

Traize. ¿La montaña?

Maxwell. Sí… es hermosa, cálida

Traize recordaba que estaba interesado mucho en esa montaña porque en verdad se veía muy hermosa, por eso no se había dado cuenta de la mano sobre su hombro, del cuerpo más cerca al suyo, de la caricia discreta en su brazo

Maxwell. ¿Qué opinas de?...

Antes de que termine su pregunta, Traize se levanta rápidamente del sillón, mirando con desconfianza a ese hombre que no conocía en absoluto aunque le dijeran que era padre de Duo; después le ve sonreír

Maxwell. Lo siento

Traize. Debo irme

Maxwell. Duo no tarda

Traize. Le veré otro día, su escuela está junto a la mía

Maxwell. Vamos, espéralo, deben hacerse amigos, pronto estarán juntos ¿recuerdas? O no crees que Duo sea lindo, dímelo

Traize. Se lo repito, me gustan las niñas

Maxwell. Sí, entiendo… pero ven otro día a jugar

Sin decir nada aquel día salió rápidamente de aquella casa, corría, recordaba que había corrido, era chico, pero sabía que no estaba bien, y aquel acercamiento no le había agradado, menos que quisieran casarlo con Duo, aunque tuviera una cara linda y fuera simpático no dejaba de ser un hombre, aquel día se preguntó si ese tal señor Maxwell acostumbraba a tocar así a su hijo, había visto la mirada odiosa de quien admira algo cuando aquel hombre le preguntó si Duo no le parecía lindo… 

Después de ese día no volvió a casa de los Maxwell sino hasta en dos semanas, cuando la mamá de Duo les había invitado a comer, ambas familias ese día se reunían por primera vez, ambas señoras se mostraban contentas del trato que en unos años se llevaría a cabo, durante años ambos apellidos eran sinónimo de enemigos pero ahora harían lazos, Duo en ese momento era muy pequeño, solo tenía 6 años, así que no sabía nada del tema, en cambio Traize sí, y no estaba de acuerdo que le dijeran que hacer y con quien casarse, aunque solo tuviera 11 años sabía que no era justo que decidieran por él, sobre todo porque su padre era demasiado autoritario, aunque apenas era un niño él ya había decidido que sería asesor financiero y que estudiaría su carrera lejos de su pueblo natal, que debía casarse con un hombre a quien apenas si conocía en esos momentos, entre otras cosas, Traize no podía decidir nada acerca de su futuro

Kushrenada. Traize ¿Por qué no van tú y Duo a jugar por ahí?

Duo. ¡Si, a jugar!

Sin esperar respuesta alguna, Duo comienza a correr hacia Traize con los brazos extendidos simulando que es un avión, al llegar a él lo jala del brazo y le sonríe

Duo. Vamos, vamos

Sin refutar nada Traize acompaña a Duo, no sin antes sentir que le observan y al voltear ve la mirada penetrante del padre de Duo, éste le sonríe discretamente pero al parecer nadie se da cuenta de ello, él intenta hacer como que no le importa pero se siente inquieto, ese señor no le agradaba en lo más mínimo. Después de un par de horas en que ambos niños habían jugado, Traize y Duo regresan con las ropas sucias, el trenzado tenía la cara llena de tierra pero sonreía, aunque bostezaba y se tallaba un ojo, en la sala se encontraban las mamás de ambos conversando sobre platillos de comida, en cambio ambos padres alcanzaban a verse conversando detrás de los cristales en el jardín

Duo. Tengo sueño mamá

Sra. Maxwell. Ve mi amor como vienes

Duo. Nos divertimos mucho mamá ¿verdad Traize?

Traize. Sí

Sra. Maxwell. Bueno pero es hora de bañarte, vamos

Duo. ¡Sí! Mami ¿puede quedarse Traize a dormir?

Sra. Maxwell. Claro, si él quiere y lo deja su mamá

Sra. Kushrenada. Por supuesto que sí

Traize. Pero yo no quiero

Sra. Kushrenada. ¡Por Dios Traize! Que descortés eres

Completamente indignada la mamá de Traize se cubre el rostro, sonrojada, en cambio la mamá de Duo ríe discretamente, dirigiéndose hacia la otra mujer

Sra. Maxwell. Vamos, es un niño, solo dice lo que piensa

Sra. Kushrenada. Pero…

Sra. Maxwell. Tranquila, si el niño no quiere no lo obligues

Duo. ¿Por qué no quieres Traize?

Mostrándose triste Duo se acerca a su nuevo amigo y lo sujeta del brazo, mirándolo con ternura, Traize lo mira a su vez y se conmueve de aquella mirada, después de todo Duo no tenía la culpa de las tonterías que decidían sus padres, además le agradaba mucho

Traize. Está bien, me quedo

Duo. ¡Viva! ¡Viva!

Emocionado Duo jala a Traize para dirigirlo hacia su habitación mientras ambas mamás los siguen con las miradas, la mamá de Traize sonreía con triunfo, le gustaba quedar bien con los demás… al llegar a la habitación Duo se dirige hacia una caja de plástico cerca de la cama y la abre, mete sus manos y saca algunos juguetes

Duo. Tengo muchos

Contento comienza a sacar más juguetes, a excepción de Quatre, el trenzado no tenía verdaderos amigos y nadie además del rubio lo visitaba en su casa, así que estaba contento de tener a Traize ahí, incluso había olvidado que su mamá quería que se bañara, Traize se acerca a él mostrándose un poco aburrido porque Duo tenía solo juguetes apropiados para su edad y a él no le llamaban la atención esos juguetes, sin embargo juega con él, incluso había perdido la noción del tiempo. Cuando la mamá de Duo entra en la habitación se muestra molesta aunque no lo estaba, dirigiéndose a Duo

Sra. Maxwell. Mi amor ¿no te has bañado?

Duo. Estamos jugando mamá, mira

Como si se tratara de un asunto serio el trenzado alza sobre su cabeza un robot de plástico para mostrárselo a su mamá y que le crea lo que le dice, ella intenta no sonreír pero falla

Sra. Maxwell. Ya vi, pero quiero que te bañes, ahorita

Duo. Pero mami…

Sra. Maxwell. Después de cenar vuelven a jugar

Duo. ¡Sí! Quiero cenar waffles

Emocionado se levanta del suelo y corre hacia el mueble de su ropa, saca lo que necesita y sin cerrar el cajón corre al baño, cuando se cierra la puerta su mamá voltea hacia Traize y éste a su vez la mira

Sra. Maxwell. Mi esposo fue a llevar a tus papás y va a traerte ropa

Traize. Gracias

Sra. Maxwell. Eres un buen chico, estoy segura de que harás feliz a Duo

Como aún Traize no asimilaba el hecho de que tuviera que casarse con aquel niño no responde nada y entonces la señora se va, cuando lo ha hecho él se levanta del suelo y comienza a guardar todos los juguetes, al terminar recorre la habitación, mirando con atención todas las cosas, sobre un buró se encuentra una fotografía de la familia donde estaba Duo y sus papás, en la foto el trenzado estaba sentado en las piernas de su mamá y el papá estaba atrás de su esposa sujetándole los hombros, todos sonreían y miraban a la cámara, Traize mira detenidamente esa foto, observando la mirada fija del papá de Duo, y como ese señor no le agradaba voltea hacia abajo la imagen. Minutos después sale el trenzado del baño, su cabello suelto escurría agua y su rostro ya no tenía tierra

Duo. ¡Estoy limpio Traize! ¿Ya me viste?

Traize. Si Duo, estás limpio

Duo. Y tú sigues sucio

Con su risa infantil Duo se burla de Traize y éste sonríe, el trenzado era muy simpático y gracioso, además era bonito, quizás cuando crecieran podía darse por fin la idea de que debían casarse y él llegaría a gustarle, pero en aquel momento solo pensaba en el quizás, momentos después se oye la voz de la mamá de Duo a través de la puerta llamándoles a cenar

Traize. No puedo bajar sucio

Duo. Es verdad, ponte mi ropa

Traize. No me queda, eres enano y flaco

Duo. No soy enano, todavía me falta crecer

Alzando su mano el trenzado indica a su nuevo amigo que aún podía crecer por encima de su cabeza, éste sonríe y asiente con la cabeza

Traize. Me dijo tu mamá que me van a traer ropa ¿vas por ella abajo?

Duo. ¡Sí! Yo soy más rápido que un rayo

Emocionado por su misión Duo corre hacia la puerta y desaparece tras ella, entonces Traize suspira levemente y avanza hacia la puerta del baño, al cerrar esa puerta se quita la camisa, dirige sus manos hacia los pantalones pero antes de quitarlos escucha ruidos en la habitación, pensando que es Duo habla a través de la puerta mientras se baja y quita los pantalones

Traize. Déjame la ropa sobre la cama por favor

Esperando respuesta se queda quieto unos momentos, pero como no encuentra ninguna decide continuar con lo que hacía, pero cuando intenta quitarse la ropa interior la puerta del baño se abre ya que no le había colocado el seguro. Al ver la figura del señor Maxwell observarle desde aquel punto, Traize se sobresalta e intenta agarrar sus pantalones, pero la voz del padre de Duo lo detiene

Maxwell. Tranquilo, solo te traigo tu ropa

El señor Maxwell extiende la bolsa con ropa hacia el chico y Traize la agarra del otro extremo pero el hombre tarda en soltarla

Traize. Gracias

Maxwell. No hay porque

Creyendo que por fin el hombre se va a marchar, Traize se siente aliviado unos segundos, pero aquel seguía parado donde mismo, observándole el rostro, después un poco más abajo y después lo recorre de pies a cabeza, como Traize estaba en ropa interior se intimida, en cambio el papá de Duo sonríe

Maxwell. Has crecido desde la última vez que te vi, serás muy atractivo cuando seas mayor

Traize. Me quiero bañar, por favor váyase

Maxwell. No te preocupes, ya me voy

Sin decir nada más ni mirarle otra vez el hombre se va, Traize siente que el corazón se le acelera y aprieta la bolsa con ropa contra su pecho

Traize. Ese señor me asusta

Aunque Traize tuviera 11 años y no sabía muchas cosas acerca del sexo, si sabía que aquellas miradas no eran buenas, que sentía miedo de ese hombre y que no quería estar a solas con él nunca más, por eso al día siguiente cuando había vuelto a su casa al mediodía decide contarle a su papá sobre sus temores y que ese hombre no era bueno, pero en lugar de comprensión solo encuentra un fuerte golpe por parte de su progenitor, también algunos gritos de su parte, diciéndole lo mentiroso que era, porque solo inventaba cosas para eludir sus compromisos, Traize sabía que su mamá era incondicional a su papá y que si él no le creía entonces ella tampoco, por eso no le comenta nada. Los días pasan y no vuelve a suceder nada de lo que Traize temiera, pues no había vuelto a casa de los Maxwell ni había visto al papá de Duo, y como eran periodos vacacionales tampoco había visto al trenzado… 

Cierto día Traize se encontraba haciendo sus tareas de vacaciones de verano cuando su mamá había entrado en la habitación para decirle que tenía una invitación por parte de Duo para jugar en su casa, solo que en ésta ocasión no sería reunión familiar, al principio Traize no había querido aceptar, pero su mamá le había especificado que no solo iría él sino el amigo de Duo, el hijo de los Winner, entonces no le había quedado más remedio que aceptar. Al día siguiente prepara sus cosas para ir a jugar con Duo, todo parecía normal, incluso hacía un excelente día, el sol brillaba en lo alto, Traize pensaba que no podían ir las cosas tan mal si no estaría solo, sino con 2 chicos más, aunque no de su edad pero no podía quejarse, sin embargo su día se amarga cuando la puerta de la casa la abre el señor Maxwell en lugar de un sirviente

Maxwell. Pero si es Traize, llegas un poco tarde

Traize. ¿Por qué?

Maxwell. Se adelantaron porque no llegabas

Traize. Me dijo mi mamá que a las 4 y apenas son 4 con 10

Maxwell. Amamos la puntualidad

Traize. Entonces me voy

Maxwell. No Traize, ¿Qué tu papá no te ha dicho que seas educado? Yo te llevaré a donde están

Traize. Con usted no quiero ir

Enojado Traize intenta darle la espalda al papá de Duo, pero éste se adelanta y le sujeta el brazo, haciéndolo voltear, ésta vez no mostraba su odiosa sonrisa sino una mirada penetrante y seria, a Traize le intimida y lo mira fijamente

Maxwell. ¿Quieres que le diga a tu papá lo grosero que eres?

Traize. No por favor

Maxwell. Entonces compórtate y no seas grosero, anda, vamos

Sin soltarle el brazo lo jala después de cerrar la puerta, se dirigen a su auto, Traize sube con desconfianza cuando le suelta el brazo, pero no comenta nada, el hombre también sube y arranca lento, en el pueblo no se acostumbraba a que los autos fueran a alta velocidad, en el trayecto el papá de Duo comienza a hablar pero Traize no le prestaba mucha atención

Maxwell. Habían querido jugar en casa pero Duo y Quatre juntos son muy inquietos, así que mi esposa quiso que los llevaran de día de campo, excelente idea ¿cierto?

Traize. Supongo

Maxwell. Quita esa cara, tan lindo que eres, sin sonrieras más como Duo serías más lindo

Traize. No me importa

Maxwell. Vamos, no te hagas el duro, eres aún muy pequeño

Como si quisiera hacer algún ademán agradable el hombre estira su mano y da dos palmadas a la pierna izquierda de Traize, éste enseguida reacciona y la quita, entonces el hombre ríe divertido

Maxwell. Tranquilo, es solo un gesto

El resto del recorrido ninguno vuelve a hablar, a Traize le parece que ha conducido demasiado y le parece extraño que todavía no lleguen a su destino, pero entonces cuando decide preguntar si falta mucho el auto se detiene en un campo libre, había sembradíos de algunas hortalizas pero nada más, intrigado Traize se dirige a su futuro suegro

Traize. ¿Aquí están?

Maxwell. Sí, vamos

Ambas puertas se abren y los dos salen después, volviendo a cerrar las puertas cuando bajan, el señor Maxwell comienza a caminar y Traize lo sigue, preguntándose hasta donde se encontrarían Duo, Quatre y las señoras, pero después de minutos de caminata el hombre se detiene, dándose media vuelta hacia Traize, volviendo a sonreír con esa mueca que Traize tanto detestaba, el hombre le miraba fijamente

Traize. ¿Dónde están?

Maxwell. Fueron a un balneario

Traize. ¿Qué?

Maxwell. Es fuera del pueblo, en provincia

Traize. ¿Y estamos cerca?

Maxwell. No, lejos, desde un principio no estabas invitado

Traize. Es usted muy malvado

Maxwell. No es verdad, no seas grosero

Haciéndose la víctima el papá de Duo se acerca a Traize y se hinca frente a él, colocándole ambas manos sobre los hombros, mirándolo a los ojos

Maxwell. Eres muy lindo Traize, deberías ser más amable

Como si quisiera darle alguna buena enseñanza, el señor Maxwell se muestra tranquilo y amable, su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Traize se mueve de arriba abajo, después rápidamente y sin dar tiempo a reaccionar se posa sobre la entrepierna del chico, enseguida los ojos azules se abren ampliamente y Traize intenta alejarse, pero el hombre aprieta más la mano sobre el otro hombro

Maxwell. No te asustes

Traize. No me toque ahí, es malo

Maxwell. No es malo, tranquilo

Traize. Usted no es bueno

Maxwell. Claro que lo soy

Llevando sus dos manos al rostro de Traize atrae su cabeza hacia él, besándole la frente, después dos veces en la nariz, Traize tiembla e intenta alejarse, pero el hombre vuelve a colocarle las manos en los hombros, mirándole a los ojos

Maxwell. Me provocas Traize, me excitas

Traize. No le entiendo

Maxwell. Quiero hacerte cosas, va a gustarte, lo prometo

Traize. No quiero

Maxwell. Es un juego divertido, solo tú y yo

Los ojos de Traize comienzan a humedecerse cuando su cuerpo se paraliza al sentir los labios del papá de Duo sobre los suyos y las manos grandes y ásperas sobre su pecho bajo la camisa, sujetándole después la cintura

Traize. No por favor, no haga eso

Maxwell. Tranquilo, relájate ¿sí? No te voy a lastimar

Nuevamente le da algunos besos en el rostro, intentando tranquilizarlo, pero el cuerpo entero de Traize comienza a temblar y sus ojos comienzan a derramar lágrimas, el razonamiento de Traize no era aún tan grande para entender que quería hacerle aquel hombre, no sabía de la finalidad de aquellos besos y caricias, jamás había oído hablar de penetración, coito o eyaculación, pero sabía que aquellas cosas que le hacía el papá de Duo estaban mal, que no era normal que le comenzara a quitar la ropa, que se quitara la suya, y no quería verle desnudo, pero sin pudor el hombre se muestra, con una creciente erección que Traize no comprende

Traize. Ya basta

Maxwell. Aún falta lo mejor

Tomándolo de los hombros lo acuesta en la hierba boca arriba, las lágrimas no dejaban de caer, pero Traize no se oponía físicamente, estaba demasiado asustado como para hacerlo, solo rogaba que se detuviera, le suplicaba porque dejara de tocarlo, pero el hombre no le hacía caso, continuaba besándolo, ésta vez le lamía los pequeños pezones, bajaba más y después le agarraba su pene para chuparlo, Traize temblaba aún más, sentía un extraño cosquilleo en el abdomen y su pene quemaba, veía asustado como también se ponía erecto, jadeaba, pero no sentía placer alguno, solo miedo y asco, su vista se nubla cuando siente que un choque eléctrico le recorre el bajo vientre y se retuerce, cada vez sentía más miedo ¿Por qué le sucedía aquello? Un líquido blanco extraño brotaba de la punta de su miembro y el hombre lo comía, Traize no entendía porque, solo sabía que sentía asco

Maxwell. Delicioso

Traize. Déjeme ir… ya no siga, no me chupe

Maxwell. Ya no lo haré, tranquilo

Para intentar tranquilizarlo le besa los muslos, después las piernas, baja a sus rodillas y después de acariciarlas le separa las piernas, hincándose en la hierba, se acomoda entre las piernas del chico y dirige su miembro al virgen y estrecho ano, Traize tiembla todavía más, le chocaban los dientes

Traize. No… no me haga nada malo

Maxwell. Ya te dije que no es malo, te va a gustar, es un juego

Traize. ¿También juega a esto con Duo?

La mirada del hombre se ensombrece y no contesta a la pregunta, tan solo se concentra en terminar su sucio trabajo, comenzando a penetrar a Traize, cuyo primer grito se escucha fuertemente, su cuerpo por completo se arquea al frente y sus ojos se abren con amplitud, su estrechez hace que al papá de Duo le cueste entrar aunque sea un poco

Traize. ¡Nooooo! Me duele… arde

Maxwell. ¡Oh!... sí

Lentamente se abre paso entre las paredes anales, logrando entrar más de la mitad, Traize se agarra con fuerza de la hierba, enterrando sus uñas en la tierra, su rostro estaba completamente rojo y sus piernas temblaban tanto que no tenía ningún dominio sobre ellas, entonces Traize suelta el llanto

Traize. ¡Déjeme!... duele mucho… me voy a morir

Maxwell. Disfrútalo niño

Traize. Me voy a romper

Sin piedad alguna el hombre logra introducirse por completo, ocasionando otro grito de horror y de dolor por parte de Traize, lloraba sin control, no sabía porque el señor Maxwell quería jugar con él algo tan feo, él no quería seguir con eso, se sentía avergonzado y tenía más miedo que antes.

Por algunos segundos cree que aquello terminó cuando siente un pequeño alivio al momento que el señor Maxwell saca un poco su miembro, pero nuevamente siente horror al tenerlo otra vez dentro, comenzando con un dolor antes no experimentado, era como si un gran peso cayera sobre él, pero en éste caso entraba en su cuerpo, le abría con violencia aquella parte de su cuerpo que jamás creyó que sería profanada y le partía el cuerpo a la mitad

Traize. ¡Ya no!... ¡Sáqueloooo!

Una sacudida le hace callarse de golpe, y nuevamente siente ardor y humedad, sin darse cuenta que la hierba comenzaba a mancharse de sangre, unos cuantos espasmos le hacen sacudirse, sus ojos casi volteados miraban a la nada y sentía que las palabras morían en su garganta, poco a poco sus manos sueltan la tierra y deja de gritar, solo balbuceaba, de pronto siente más humedad y extraños sonidos por parte del papá de Duo, escuchaba el soplar del viento que movía las hojas de los árboles y sin darse cuenta sus ojos se cerraban solos, el dolor se sentía cada vez más lejano… Al abrir nuevamente sus ojos la puesta del sol estaba por ponerse, sintió su cuerpo desnudo y entonces supo que no fue un sueño, intento moverse y un horrible ardor en su trasero lo detuvo, las lágrimas se le salían por las orillas de los ojos

Maxwell. No intentes moverte bruscamente, sangraste más de lo que creí

Traize. ¿Por qué? Yo no quería ¿Qué me hizo?

Maxwell. Son cosas de adultos ¿te gustó?

Traize. No… usted es muy malo

Maxwell. No seas tonto, así es la primera vez, pero después…

Traize. ¡NO! Le diré a mi papá

Nuevamente comenzaba a llorar, sentía demasiada vergüenza, sentía asco de sí mismo

Maxwell. No le dirás nada

Traize. Si lo haré

Maxwell. No seas estúpido, no te creerá, y si lo hace yo sé cómo hacer que tu familia quede en la calle ¿entiendes?

Traize. Maldito

Maxwell. Los niños no dicen esas cosas, vamos, vístete

Traize. Me duele

Maxwell. Deja te ayudo

Cuando el hombre intentaba acercarse a Traize éste grita con fuerza que se aleje, no quería que lo volviera a tocar, en ninguna parte de su cuerpo y éste obedece, ya había obtenido lo que quería por ese día. Cuando había logrado ponerse en pie el señor Maxwell le obligó a detener su sangrado con un calcetín y por encima a ponerse la ropa, Traize ni siquiera podía caminar, ardía demasiado, había tenido que irse acostado en el asiento de atrás, con el pecho sobre el sillón, llorando quedamente mientras oía la orden por parte del papá de Duo a que dijera que se había caído y que por eso caminaba con dificultad…

Esa había sido la primera pero no la última, el hombre aquel le había vuelto a hacer lo mismo un mes después de aquella primera vez, obligándole en esa ocasión a practicarle sexo oral, en las otras ocasiones comenzó a ponerse agresivo, a reír cuando le oía llorar, y cuando llegó casi a su fin aquella tortura supo la respuesta a su pregunta de aquella vez "¿También juega a esto con Duo?", y es que en una ocasión cuando le obligó a hacerle sexo oral, entre gemidos le escuchó llamarle Duo, como si fuera su hijo quien hacía esas cosas; en otra ocasión lo obligó a usar una camisa de su hijo mientras lo penetraba; y en otra vez lo obligó a llamarle padre; así supo que con Duo no jugaba, después supo por parte del mismo señor Maxwell que él no era el único niño al que había tocado, que solía elegir a niños y niñas de cabello castaño y les obligaba a llamarlo padre cuando los tocaba, porque el señor Maxwell deseaba a su hijo, pero jamás lo había tocado, por eso descargaba en otras personas sus frustraciones sexuales.

En ese momento Traize no lo entendió de ese modo, pero conforme pasó el tiempo supo que significaba todo eso, aunque su mente encerró todos esos recuerdos en lo más profundo, lavó las heridas y el olvido curó su dolor, pero solo por algunos años, ahora todos sus recuerdos volvían, ahora con dolor sabía que después de enterado su padre lo permitió, pero solo pasó una vez más, antes de que él dejara el pueblo para irse a estudiar

- Fin Recuerdos -

Duo. ¡Mentiraaa!

El trenzado no podía creer lo que Traize le contaba, su padre no era un ser horrible capaz de semejantes atrocidades, incluso temblaba del coraje, seguramente su esposo lo estaba inventando para hacerlo sufrir, sí, seguramente se trataba de eso, y él no lo iba a permitir

Traize. Créelo, tu padre es un asqueroso, siempre quiso tenerte

Duo. ¡Cállate!

Tapándose los oídos con fuerza y cerrando los ojos intentaba no hacerle caso al lunático de su esposo, Traize estaba loco, demente, e inventaba estupideces para hacerlo sufrir, él era el ruin, él era el asqueroso, él era el violador, su padre no, él era un hombre bueno, es cierto que llegó a pegarle, pero nada más, jamás le había mirado mal, jamás le había tocado, jamás le había hecho nada indebido

Traize. No sé porque nunca te violó, pero siempre deseó hacerlo

Duo. Basta, no digas esas cosas ¡Mentiroso!

Traize. Ahora lo recuerdo… juré que me vengaría, te haría sentir lo que él me hizo a mí y que debió ser desde un principio para ti… pero lo olvidé… ahora ya lo sé, y cumpliré… Te odio Duo, te odio

Con su mirada de maniático se acerca otra vez a Duo e intenta morderle el cuello, pero antes de que lo logre el trenzado lo aparta con una mano sobre el rostro y con la otra le da una bofetada, Traize abre ampliamente los ojos

Traize. Me pegaste

Duo. No me toques… me das asco

Traize. ¡Yo también sentí asco! Muchas veces

Duo. Deja de decir mentiras

Traize. ¡No soy mentiroso!

Como enajenado Traize agarra ambos brazos de Duo y con fuerza se hace hacia delante dejando caer su peso para que los brazos del trenzado queden atrapados entre sus manos y las sábanas, Duo intenta decir algo pero se detiene al ver los ojos a punto de derramar lágrimas que Traize le muestra

Traize. Solo tenía 11 años

Comenzando a llorar Traize agacha su cabeza hacia el hombro de Duo, aflojando un poco sus manos, Duo no puede creer que Traize esté llorando así y entonces se cuestiona si efectivamente está mintiendo o no, el trenzado se queda callado mientras Traize llora…

Heero había vuelto al Hospital, Trowa dormía por el efecto de las medicinas y Quatre ésta vez esperaba afuera porque Catherine estaba cuidando de su hermano, al ver el rubio a Heero se levanta rápidamente de la silla y sonriente se acerca

Quatre. ¿Noticias?

Heero. Ninguno, aún no lo pueden dar por perdido

La respuesta de Heero no causa el efecto en Quatre que él esperaba, el rubio le vuelve a sonreír mientras le mira con pasividad, el ojiazul le mira fijamente, había algo raro en el novio de su amigo, pero por el momento no comenta nada

Quatre. Duo está bien, todo está bien ¿tienes hambre? No he comido mucho que digamos, vamos

Más tranquilo de lo normal Quatre agarra a Heero por el brazo para sorpresa del joven pintor y lo arrastra hacia la salida, Heero no deja de observarle mientras el rubio avanza por delante de él sin soltarle del brazo

Quatre. Venden unas carnes muy buenas por aquí

Heero. ¿Estás bien?

Quatre. Hace mucho que no me sentía tan bien, pero calma, cuando pruebes el filete valenciano te vas a calmar… a Duo le encanta la carne ¿sabías?

Reconociendo el colmo en la actitud de alguien, y sobre todo conociendo lo que conocía de la personalidad de Quatre, el ojiazul se da cuenta que es momento de intervenir, ya que no comienza a agradarle la situación, así que Heero se detiene abruptamente jalando leve a Quatre del brazo, quien no solo se detiene, sino que da un paso atrás golpeándose un poco contra el pecho del otro chico, pero se aleja enseguida

Quatre. ¿Qué sucede?

Heero. Algo te sucede

Quatre. ¿De qué hablas? No alucines

Heero. Parece que quien alucina es otro

El rubio ríe nervioso ante el comentario del amigo de su novio, pero al momento no responde nada, solo sonríe después y aparta la mirada

Quatre. No es nada, solo estoy algo tranquilo, desesperándome no gano nada y…

Heero. Eso lo sé, pero no es propio de ti

Quatre. Tú qué sabes, me voy solo, eres muy antipático Heero

Por primera vez el rubio se altera un poco y enseguida le da la espalda a Heero, él lo mira unos momentos antes de dar un par de pasos y sujetar al rubio del brazo, dándole otro pequeño jalón como el anterior, solo que ésta vez el chico no pega contra su cuerpo, sino que Quatre se gira rápido y soltándose con fuerza del agarre mira fijamente a Heero

Quatre. Déjame en paz

Heero. ¿Te drogaste o algo así? Actúas raro

Quatre. Claro que no, actúo como siempre, eres tú el raro

Heero. No cambies el tema

Quatre. Digo la verdad, si casi siempre te haces el que no existo, además no eres precisamente la clase de persona que habla mucho y sin embargo no dejas de preguntar

Heero. Eres el novio de Trowa, me importas aunque no lo creas

Quatre. Si claro, a ti solo te importa Trowa, quizás también Duo

Heero. ¿Quizás?

El ojiazul comenzaba a perder la paciencia y cada vez se convencía más de que el rubio había ingerido algo extraño ya que no era propio de él hacer comentarios tan resentidos y lastimosos, además no sabía que trataba de decirle al comentar que quizás además de Trowa también se preocupaba por Duo. El rubio sonríe burlonamente, mientras que Heero permanecía serio mirándole fijamente, las personas que pasaban por la calle les miraban interesadas

Quatre. Lo que oíste, tu solo piensas en Trowa ¡por eso me odias!

Heero. Deja de decir tonterías

Quatre. No son tonterías y lo sabes, desde que llegué a la vida de Trowa me has odiado, porque él es mío

Heero. Me largo

Las palabras de Quatre le resultaban tan absurdas que prefería marcharse antes de perder la paciencia y golpear la tierna y blanca cara del rubio, pero aquel gesto hace que Quatre se moleste y alterado se acerca a Heero quien le daba la espalda al tiempo que caminaba de regreso al Hospital

Quatre. Usas a Duo para disfrazar tus verdaderas intenciones…

Heero continuaba caminando, tratando de mantener la calma y guardando silencio, no sabía que pasaba, pero ese no era el Quatre de siempre y estaba casi seguro de que había consumido algún tipo de estupefaciente

Quatre. ¡Escúchame!

Heero. Déjame en paz

Quatre. ¡Si no es verdad lo que digo ¿Por qué no le has contado a Duo?!

Aquellas palabras son las que hacen a Heero detenerse escabrosamente, abriendo los ojos más de lo normal, Quatre sonríe como si hubiese triunfado amargamente en algo y tranquilo avanza hacia Heero que parecía estar paralizado, al llegar a su lado le mira unos momentos y después se pone enfrente suyo, ambos se miran a los ojos

Quatre. No lo sabe ¿verdad? Duo no sabe de lo que hubo entre tú y Trowa

Heero. ¡Cállate! No sabes nada

Quatre. Él me lo contó

Heero. No sé qué te contó con exactitud, pero entre Trowa y yo nunca hubo nada

Quatre. ¡No mientas! Sé que no me contó todo, algo más sucedió

Heero. No te metas en asuntos que no te importan

Quatre. ¡Claro que me importan! Amo a Trowa y nos vamos a casar

Heero. ¿Entonces cuál es tu problema? ¿Qué no le diga a Duo cosas del pasado que ya no valen la pena?

Quatre. Ahora es que lo admites ¿cierto? Tal vez aún amas a Trowa

Su última aseveración hace tirar el agua del vaso a punto de romperse en la paciencia de Heero, quien de forma brusca se acerca a Quatre, sujetándole de los brazos y sacudiéndolo con brusquedad

Heero. No te inmiscuyas, no entiendes nada del pasado y no entiendes nada de lo que sucede ahora, entre Trowa y yo no sucedieron las cosas que estás pensando, y si nuevamente vuelves a cuestionar mi amor por Duo perderé mi caballerosidad ¿entiendes?

La mirada azul era tan fría como jamás Quatre había visto, incluso había sentido que sus rodillas temblaban ante la escena, quizás había hablado de más, quizás Heero tuviera razón y él estaba pensando cosas que no debería pensar. Sus ojos aguamarina se comienzan a nublar y entonces sus lágrimas ruedan lentamente por las mejillas, el ojiazul reacciona ante aquella mirada y suelta los hombros del más pequeño, el rubio comienza a tallarse los ojos, soltando el llanto después

Quatre. Era yo quien quería odiarte pero nunca pude… soy egoísta, no quería aceptar que estuvieras antes que yo en su corazón

La mirada de Heero se ablanda, nunca había visto llorar a Quatre por tal motivo, nunca, jamás desde que se habían conocido habían tocado un tema del cual tampoco Trowa y Heero hablaban desde hace años. Sin decir nada el ojiazul se acerca a Quatre, dudándolo unos segundos se anima y entonces le abraza con su brazo derecho, acercando la cabeza rubia a su hombro izquierdo, Quatre lo duda menos y con su mano izquierda sujeta la camisa de Heero mientras llora…

Al caer la tarde Wufei regresa de trabajar más temprano de lo normal, para su sorpresa la puerta no está cerrada con seguro, y no solo eso, sino que Duo estaba en la cocina, preparando algo, Wufei no podía creer que aquello estuviera sucediendo, Traize no se veía a la vista y la situación se prestaba mucho para que el trenzado pudiera escapar, sin embargo para sorpresa del pelinegro el chico estaba ahí, cortando verduras

Wufei. ¿Qué pasó?

Duo. Maté a Traize

Wufei. ¡Oh Dios!

Alterado y con gesto de horror el chino abre ampliamente sus ojos, pero al ver la sonrisa cansada de Duo siente una extraña tranquilidad, el trenzado continúa cortando tranquilamente las verduras

Duo. No hagas escándalo, él duerme

Wufei. ¿Qué pasó? ¿Por qué no huiste?

Duo. Yo no soy como ustedes… Traize se puso mal y no pude dejarlo solo

Wufei. ¿Qué tiene?

Duo. Tuvo un ataque de nervios o qué se yo

Wufei miraba atentamente a Duo, jamás había sentido tanta admiración por alguien, el trenzado era una buena persona, demasiado bueno, quizás al punto de ser tonto

Duo. Necesita ayuda, un psicólogo o algo así

Wufei. ¿Por qué?

Duo. Me contó que de niño le violaban

Tal declaración deja estupefacto a Wufei, cuyos ojos enseguida se humedecen y tapándose la boca con ambas manos gira su cabeza hacia la recámara del departamento, después hacia Duo cuyo rostro estaba un poco pálido

Duo. Y cree que fue mi padre

Wufei. ¿Cómo es posible?

Duo. No lo sé… lo único que sé es que no está bien y que no lo dejaré solo

Wufei. No, vete, huye, estarán preocupados por ti

El trenzado sonríe ante tales palabras

Duo. No seas hipócrita, si contribuiste a que me raptara

Wufei. Pero yo…

Duo. No me expliques nada, no me importan tus razones, y aunque no lo creas logro entender un poco esa clase de amor enfermizo que se tienen ustedes dos. Yo solo no quiero ser alguien que le da la espalda a quien le necesita

Wufei. Eres un buen hombre

Sin decir nada más y casi a punto de llorar el pelinegro se aleja, dirigiéndose después a la habitación, donde aún estaba la silla, se sienta en ella y contempla dormir a Traize, mirándolo con dulzura, acariciándole los cabellos, Duo observa desde la cocina, sintiéndose mal, quería volver con Heero, abrazarlo, besarlo, entregarse a él, jamás había estado tan seguro de querer hacer el amor con Heero, aun cuando todavía sentía el dolor de la resiente violación de su esposo. El trenzado deja de cortar verduras y se acerca al teléfono de la sala, lo levanta y mira el auricular unos momentos, indeciso, después de unos momentos marca al departamento de Quatre, el teléfono suena tres veces antes de ser contestado, pero no por su amigo, sino por Trant, quien preocupado por todo lo sucedido aún estaba en el departamento del rubio, ambos se sorprenden de oírse

Duo. ¿Qué haces ahí?

Trant. ¿Dónde estás?

Ambos habían hablado al mismo tiempo

Duo. No tengo tiempo, solo dile a Quatre que estoy bien, que en unos días nos veremos, no me busquen ¿de acuerdo?

Trant. Pero es que…

Duo. Por favor, solo dile eso ¿sí? Estaré bien

Trant. ¡Duo!

Sin darle tiempo a que le diga de la situación, el trenzado cuelga el teléfono y después de suspirar vuelve a dejar el aparato de donde lo había cogido, dirigiéndose a sus verduras para concluir con la cena…

Después de minutos de haber llorado, apenado Quatre se aleja de Heero, cuya camisa del frente estaba arrugada y mojada del lado del hombro, ambos estaban un poco incómodos por el acercamiento, pero casi enseguida se les pasa, el rubio mira con timidez al ojiazul

Quatre. Perdón, dije cosas…

Heero. Déjalo así

Quatre. Regresemos

Heero. Si

Ambos comienzan a avanzar, pero a unos pasos de haberlo hecho el rubio se tropieza cayendo de rodillas en la acera, Heero se inclina para ayudarlo pero al levantarse Quatre deja caer sin intención un frasco al suelo, antes de que lo recoja el ojiazul se le adelanta, después de mirar las pastillas mira al chico

Heero. ¿Antidepresivos?

Apenado el rubio desvía su mirada de la de Heero

Heero. ¿Tomaste de más?

Quatre. Yo… si no tomo eso no podré soportarlo

Heero. Quatre…

Quatre. Ya no podía más, Trowa se me muere, y Duo… Duo desapareció

Nuevamente Heero siente escalofríos solo de pensar en que al trenzado le pasó algo malo, sin pasársele un poco por la mente el plan que Duo había hecho de querer ayudar a Traize…

Continuará…


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